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Condecoraciones

UNA BREVE RESEÑA DE LAS CONDECORACIONES DEL EJERCITO NACIONAL

Lic. Alicia B. Otero

 Cap. (Eq) Mag. José M. Olivero

El presente artículo, sobre el cual se han realizado algunas modificaciones y actualizaciones, sirvió de base al publicado en la Revista el Soldado año 33, No.174 mayo 2008 del Centro Militar.

Introduccion

Debemos antes de comenzar con el tema específico que nos convoca, definir con mayor precisión, que consideramos como una “condecoración”

En la definición que nos transmite la 22 edición del Diccionario de la Real Academia Española, la palabra condecoración no nos dice mucho, simplemente es “1. Acción y efecto de condecorar”, o sino “2. Cruz, venera u otra insignia semejante de honor y distinción”. “Condecorar” a su vez, procedente del latín “condecorāre” es considerado en su primera definición, que es la que nos interesa, “Dar a alguien honores o condecoraciones”.

La ciencia que estudia las condecoraciones se denomina “Falerística”, nombre tomado de las condecoraciones entregadas al soldado romano (“Falerae”).

Sin duda constituye, en su esencia un elemento que denota un honor o distinción concedida a alguien por acciones u obras relevantes.

A su vez, y como ocurre en diferentes campos, estas condecoraciones, en muchos casos, constan de grados o elementos distintivos que indican la importancia del honor concedido o la situación en la cual fue entregada. A la vez, se recuperan en ellas elementos simbólicos de la historia del país, como veremos en el caso uruguayo con la figura del General Artigas.

Yendo a lo que podríamos considerar una condecoración en sus elementos básicos, en nuestro país, en un inicio se compuso de tres:

En primera instancia una venera, pieza metálica, a la que llamada comúnmente medalla, hablamos de escudo cuando se coloca en el brazo.

La medalla a su vez esta sostenida por una cinta, el segundo elemento, sea para colocar en el uniforme o solapa del traje civil o para ser suspendida del cuello del recipiendario (en ese caso se llama encomienda).

Por último un diploma donde consta la concesión de la condecoración recibida.

Con la evolución de las condecoraciones uruguayas se ha producido un proceso que las ha tornado más complejas en sus elementos exteriores y grados. Con lo que se han pasado a asemejar, cada vez mas, a aquellas ordenes y condecoraciones más antiguas y reconocidas a nivel internacional.

Comenzado a estudiar el tema con detenimiento, debemos realizar una primera precisión: las condecoraciones en nuestro país se han entregado desde la época hispana, pasando por el período luso-brasilero y el de las Provincias Unidas. Incluso, en la Patria Vieja, si bien no hay normas con respecto a condecoraciones, tenemos la referencia de los hermanos Robertson del uso de una cinta tricolor por parte de Pedro Campbell como condecoración concedida por el propio “Protector”. Sin embargo, consideraremos en este artículo las piezas que corresponden al período independiente, salvo una excepción, el escudo y cordón de Ituzaingó, concedido por las Provincias Unidas, que fue portada por elementos del Ejército Nacional en los primeros años de la independencia y que hoy, como veremos, la encontramos como parte del uniforme reglamentario de las Unidades de Tradición Histórica de Infantería y Artillería. Por otro lado, es importante marcar que existen confusiones, al denominar como condecoraciones a piezas que no lo son. Tenemos diferentes ejemplos, los cuales no podemos desarrollar en profundidad, pero a modo de ejemplo nos referiremos a tres de ellos.

En primera instancia tenemos un botón gauchesco, que recuerda los combates de Rincón, Sarandí e Ituzaingó, realizado a mediados del siglo XIX, que incluso aparece mencionado en materiales de comienzos del siglo XX referidos a esta especialidad.

En segunda instancia encontramos la medalla de la Jura de la Constitución de 1830, regalada a los participantes de tan trascendente hecho en ese momento, una reproducción de la cual es portada en el uniforme de la Unidad de Tradición Histórica del Batallón “Florida” de Infantería Nº1, junto al escudo y cordón de Ituzaingó, esta última sí es una condecoración como veremos, la medalla de la Jura no, sino simplemente conmemorativa.

Como tercer ejemplo, ya en la vida independiente, el escudo de la batalla de Yucutujá, el 22 de octubre de 1837, victoria del General Rivera, realizada en tela, que en realidad solo recuerda esa batalla, sin que nunca haya sido decretada.

Hechas estas precisiones y aclaraciones se consideran en el presente trabajo las condecoraciones militares uruguayas correspondientes al Ejército Nacional. En este punto tenemos una problemática, pues algunas se decretaron pero no fueron concretadas como la medalla y el cordón de honor a los defensores de Paysandú decretados el 23 de enero y 13 de diciembre de 1864 o la llamada “A los defensores de la Independencia”, decretada el 22 de julio de 1896 en homenaje a los combatientes de la Guerra Grande, que tampoco se materializó. En este trabajo nos dedicaremos a las que se concretaron. A la vez no se consideran las concedidas a militares uruguayos por otros países u organismos, inclusive las entregadas por las Naciones Unidas en el marco de las misiones de paz.

Agreguemos que tampoco tratamos premios que no sean condecoraciones que no incluyan las piezas básicas que hemos descrito. Queda fuera como consecuencia el certificado de “benemérito de la Patria” dado a los participantes del Ejército Nacional en la batalla de Carpintería en setiembre de 1836.

Una última precisión, a partir del 25 de marzo del año 2003 por Resolución del Ministro de Defensa Nacional se dejaban de conceder “Condecoraciones” pasando a ser ésta definidas como “Distinciones”. Esta norma fue derogada de hecho por el Decreto de creación de la “Medalla al Valor Militar”, retornándose al término original.

Realizadas estas precisiones, pasemos a establecer una distinción básica:

Considerando las primeras condecoraciones del siglo XIX, se aprecia que se hallaban vinculadas a hechos de armas o campañas militares específicas. Se recibían por haber participado en una batalla o campaña militar, quedando cerrada para futuras concesiones por hechos similares.

Las condecoraciones creadas en el siglo XX y en el actual, con un claro concepto de permanencia, no encontrándose limitadas a hechos específicos con un determinado marco temporal. Si bien la condecoración puede ser creada ante un hecho específico para el cual no se tiene ningún elemento de honor con el cual reconocerlo, no quedan circunscripta a un hecho o campaña específica como en el caso anterior…

Condecoraciones en el siglo XIX

Una condecoración procedente del período de unión a las Provincias Unidas.

La primera condecoración utilizada de hecho en el Ejército Nacional, no fue precisamente creada por el nuevo Estado. El Escudo y Cordón de Honor a los vencedores de Ituzaingó, había sido creada por el Gobierno de las Provincias Unidas el 19 marzo de 1827. Esta constituye una condecoración especialmente importante por dos aspectos que la destacan.como

Por un lado rememora la victoria de Ituzaingó el 22 de febrero de 1827 sobre las fuerzas del Imperio del Brasil en el marco de la lucha por la liberación de ese poder sobre la Provincia Oriental. Esta victoria, junto a la toma de las Misiones Orientales por el General Fructuoso Rivera, fueron condicionantes en la última etapa del proceso de independencia de nuestro país.

Por otro lado, una vez decidida la creación del Estado Oriental del Uruguay, fue portada por numerosos miembros del Ejército Nacional, que habían participado en esa victoriosa jornada. Modernamente las unidades de tradición histórica de Infantería y Artillería, al recuperar su primitivo uniforme, procedieron a incorporar tal distinción en el mismo.

Físicamente consta de un escudo y un cordón de honor. El primero, pieza metálica oval colocada en el brazo izquierdo. Según el Decreto referido, debía grabarse la siguiente leyenda “LA REPÚBLICA A LOS VENCEDORES DE ITUZAINGÓ” y en el centro algunos trofeos militares. Se han tomado diferentes modelos dentro de la variedad de concreciones, que incluyen sustituir “LA REPÚBLICA”, por “LA PATRIA” y colocándose la fecha “FEBRERO 20 1827” en un escudo representado en el centro de la pieza, tal como se hace en la recuperación de las Unidades de Tradición Histórica referidas.

El escudo se distingue por su material para quien estaba destinada: oro para generales, plata para jefes y oficiales, latón para sargentos, cabos y tropa. El cordón, prendido en el hombro izquierdo y enlazado en el ojal de la casaca del costado derecho también se distinguía por el grado de su portador: oro para los generales, plata para jefes y oficiales, seda blanca para sargentos y cabos y cordón de lana celeste para tropa.

Condecoraciones en el siglo XIX

Una condecoración procedente del período de unión a las Provincias Unidas.

La primera condecoración del Ejército

De las piezas decretadas en primera instancia debemos tomar en cuenta la medalla correspondiente a la batalla de Tacuarembó creada por Decreto del 26 de Julio 1836 y cuya descripción se establece por Decreto del 31 de diciembre del mismo año para los miembros del Escuadrón 1º de Línea; concedida por el gobierno del General Manuel Oribe ante la victoria sobre las fuerzas insurgentes del General Fructuoso Rivera.

Estaba compuesta de una venera, cinta y diploma.

La venera o medalla de forma oval, presenta en el anverso un libro de la constitución abierto y un sable cruzado con una rama de laurel con la inscripción “El Gobierno a los Defensores de la Constitución”. En el reverso se establecía en el centro “1er Escuadrón de Línea” y a su alrededor “En los campos de Tacuarembó 17 de julio” y abajo “1836”. Realizada en oro para jefes, en plata para oficiales y en bronce para personal subalterno, pendía de una cinta azul.

Las condecoraciones de la Guerra Grande

El escudo otorgado a los vencedores de San Antonio por Decreto del 25 de febrero de 1846.

Esta victoria de las fuerzas de la Legión Italiana al mando del reconocido guerrero italiano Giuseppe Garibaldi sobre las fuerzas del Ejército de Oribe al mando del General Servando Gómez cerca de Salto. El hecho constituyó un punto álgido de la campaña realizada por el gobierno de Montevideo utilizando el eje fluvial del río Uruguay y destinada a debilitar, con ataques por la espalda, al ejército sitiador del General Oribe. Si bien se realizaron aparentemente diversas versiones, no existe una descripción oficial en el Decreto, salvo que se establecía que se utilizaría en el brazo izquierdo un escudo con la siguiente inscripción dentro de una orla de laurel: “INVENCIBLES CONVATIERON [sic] EL 8 DE FEBRERO DE 1846”

La medalla por la victoria de Caseros (o de Santos Lugares), creada por Decreto del 29 de junio de 1852

El Decreto establecía venera, cinta y diploma. La venera o medalla oval tenía diferentes grados: de oro con una corona de laurel sobrepuesta para el Coronel jefe de la División, de oro pero sin la corona para los jefes desde Coronel hasta Sargento Mayor, de plata para los oficiales desde Capitán hasta Subteniente y de latón para los individuos de tropa. En todos los casos en el anverso debía llevar el lema “El Gobierno de la República Oriental del Uruguay” y en el centro “Al Vencedor en Santos Lugares” y en el reverso “3 de febrero de 1852” En diferentes ejemplos de la medalla aparece en vez de “Santos Lugares” el nombre “Monte Caseros” con que la historia ha recordado la batalla. La cinta debía ser azul celeste

Las condecoraciones de la guerra de la Triple Alianza

Sólo unos días después de esta importante victoria, que significó el comienzo del fin de la invasión paraguaya a territorio argentino, se aprobó el Decreto del 30 de setiembre de 1865 estableciendo que todos los participantes del Ejército Nacional en la batalla recibirían una venera, cinta y diploma. La venera o medalla, de forma oval, se colgarían en el pecho con una cinta blanca y celeste. Con diferentes grados estaba confeccionada en oro para los jefes, en plata para oficiales y en cobre para tropa. En todos los casos en el anverso aparecería la inscripción “Vencedores de Yatay” y en el reverso “17 de Agosto de 1865”, ambas inscripciones orladas por dos ramas de laurel.

Condecoración de Honor acordada por los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay al personal que actuó en la Guerra de la Triple Alianza.

Establecido su diseño por Decreto del 4 de abril de 1891 para el caso uruguayo, se debía portar en el pecho, teniendo la venera forma de una cruz griega terminando los brazos en ángulos agudos. Existían tres grados, si bien todas las medallas debían ser de hierro dulce colorido al temple, el anillo de unión con la cinta debía tener un sol de oro para los jefes, de plata para los oficiales y de cobre para el personal subalterno. Los brazos debían estar ligados por una corona de laurel encontrándose en el centro un disco. El correspondiente al anverso portaba la leyenda “Campaña del Paraguay 1865-1869” y en el reverso “A las virtudes militares”, rodeada por el nombre “República Oriental de Uruguay”. La venera debía colgar de una cinta roja.

Las condecoraciones de los siglos XX y XXI recuperando la figura del General Artigas

Esta condecoración, que compartían en inicio el Ejército Nacional y la Fuerza Aérea, presentaba una estructura compleja con cinco grados: Gran Cruz, Gran Oficial, Comendador, Oficial y Caballero. Se trata, pues, de la primera vez en que no sólo se crea una “orden”, estructurada con los grados e insignias de uso universal.

En este caso, para su nombre, el General Artigas fue tomado como una inspiración, y considerando de hecho al recipiendario de la medalla como imbuido de los ideales artiguistas expresados por sus lugartenientes. Por esta causa, la condecoración presentaba en sus elementos un predominio de los colores artiguistas. A la vez se colocaba en el centro de la venera el sol de la patria de 8 rayos, muy utilizado en la heráldica y vexilología nacional al comienzo de nuestra vida independiente.

En caso que el recipiendario la hubiese recibido por méritos en guerra, se le agregaban las espadas cruzadas en aspa.

La concesión de la Orden era privativa del Presidente de la República, en su carácter de Gran Maestre, actuando a propuesta del Canciller y del Consejo que a los efectos se creaban por la misma norma.
La «Orden Militar al Mérito Tenientes de Artigas», fue derogada por la Ley No.15.738 del 14 de febrero de 1985.

La “Medalla 18 de Mayo de 1811”

Estructurada en tres grados, sus insignias se componen de venera, encomienda, barra y diploma.

Esta condecoración no sólo por su nombre recuerda la primera gran victoria del Gral. Artigas en su lucha por la independencia; sino que en su diseño se incluyen elementos relacionados con esa tradición particular.

En su cinta se repite el diseño de la “Bandera de los Pueblos Libres” con una franja central blanca, flanqueada por dos franjas de color azul, cada una de éstas cargada con una divisa de color rojo.

En la venera encontramos que sobre un sol cruciforme color plata carga la escarapela de Artigas, de uso exclusivo para el Ejército Nacional,. En el reverso, color plata, presenta un círculo con la leyenda “MEDALLA 18 DE MAYO DE 1811” “EJERCITO NACIONAL” “URUGUAY”.

Para el tercer grado, la medalla es la descrita, para el segundo grado se agregan dos ramas de laurel en oro a los lados de la escarapela Artigas con lazo uniéndolos en el mismo metal. En el primer grado, a lo anterior, se suma a las ramas de laurel tres estrellas de cinco puntas en oro.

Esta condecoración es entregada por el Comandante en Jefe del Ejército de acuerdo a una comisión asesora, otorgándose a militares y civiles, nacionales o extranjeros, en virtud de servicios distinguidos y servicios relevantes que los hagan acreedores al reconocimiento del Ejército. En el caso del primer grado, esta condecoración esta destinada a Oficiales Generales y similares civiles, el segundo grado a Oficiales Superiores y similares civiles, el tercer grado, a Jefes, Oficiales, Personal Subalterno y similares civiles.

Jerárquicamente es de inferior categoría con respecto la medalla al “Mérito Militar”.

La «Medalla al Valor Militar»

Como en casos anteriores, tanto la venera como la cinta mantienen el uso de emplear los colores vinculados a la vexilología artiguista.